domingo, 28 de junio de 2015

Día #16: Tokyo (Tsukiji - Nihonbashi - Marunouchi)

Último día en Japón. Nos da mucha pena despedirnos de este país, de sus gentes, de sus paisajes, de su gastronomía... pero es lo que hay. Nuestro vuelo de nuestros amigos de la Turkish no sale hasta las 22:30, así que tenemos toda una jornada por delante para exprimir nuestras últimas horas en Tokyo. Además, hemos tenido la suerte de que el apartamento no vuelve a estar reservado hasta el martes, por lo que no nos han puesto ninguna pega en el check-out, y hemos podido volver justo en el momento de marchar al aeropuerto. Eso sí, lo hemos dejado todo prácticamente 'empaquetado' a la mañana para no andar con prisas de última hora.

Todavía nos acordamos de la caladura de ayer. Las zapatillas de Roberto aún no se han recuperado, y lo peor es que ha amanecido igual, lloviendo, con menos intensidad, pero lloviendo. Así que, paraguas en mano otra vez, nos hemos dirigido a la zona del mercado. Hoy hemos llegado más temprano que el otro día, una hora antes, a eso de las 10:20, con la intención de ver una mayor variedad de género. Como se aprecia en las fotos, había una mayor actividad, pero daba la impresión de que empezaban a recoger! 
Atunes pocos. Alguno de tamaño normal, otros 'lomos' y algún congelado. Algunas variedades de peces, ni idea de lo que eran. Sorprendía el tamaño de algunos moluscos.

A la salida del mercado, ohhhhh ha dejado de llover ! Menos mal, ya pensábamos que el día iba a seguir la misma tónica que la víspera. La verdad es que no ha caído ni una gota más el resto del día.
Hemos seguido caminando dirección Nihonabashi (gracias Nuria por la recomendación). Ha sido todo un acierto acercarse hasta aquí. Aquí esta Susana junto al Nikkei (el Ibex35 japonés).

Una vez dejados atrás los grandes rascacielos de esta zona (bueno, es que en Tokyo hay un skyline considerable repartido por toda la ciudad), andar unos cientos de metros, doblar una esquina y, espera ¿nos hemos salido del plano? ¿Sigue siendo esto Tokyo? De repente, un barrio en toda regla, vamos, lo que nosotros entendemos por barrio. Casitas bajas, tiendas pequeñas, familias paseando, ancianas haciendo la compra (y jugando a no sabemos que juego en la calle haciendo girar una caja de madera por la que salía una bola de colores), gente haciendo cola para comer en alguna izakaya (tasca) o simplemente para comprar algo de comida... Cómo nos gustan estos sitios, tan alejados de las muchedumbres, de lo típicamente turístico. Y esta zona de Nihonbashi nos lo ha ofrecido.

Y como nos gusta integrarnos en lo que vemos, allá que nos hemos puesto a la cola de un puesto que elaboraba a la brasa unos pececitos (ojo, de pez solo tenía la forma) compuestos por una masa de harina rellena de pasta de judía roja dulce). La gente se las llevaba por docenas, y otros, como hemos hecho nosotros, una para cada uno para ir comiéndolo por la calle. Qué bueno estaba !
Unos pasos más adelante en esta calle, otro sitio con cola, con pinta de antiguo, en el que la especialidad eran una especie de tortas de arroz saladas, que estaban súper buenas.

Con el estomago lleno, la vida se ve de otra manera, no creéis? Hemos seguido nuestros pasos de nuevo hacia la zona más comercial de este barrio, para entrar en Coreda 2, uno de los tres centros comerciales que esta marca tiene por aquí. Cada uno con más de 5 plantas y tiendas y productos de todo tipo. Este centro comercial, a diferencia de otros que hemos visto, nos ha gustado mucho. Además, los precios estaban muy ajustados, y es que puede que ésta no sea una zona tan turística. Recomendable para todo aquel que necesite comprar algún detalle de Japón.

Como el tiempo acompañaba, hemos continuado a pie para adentrarnos en otro barrio o distrito, el de  Marunouchi, y que tiene a la Estación Central de Tokyo como punto central.

Sin embargo, este barrio se distingue también por su cantidad de centros comerciales de bastante lujo, y de una calle semi peatonal que lo recorre de norte a sur con árboles, jardineras, bancos... y más tiendas de lujo, miráramos por donde miráramos.

Seguimos. Desde aquí, el Palacio Imperial y sus Jardines queda a menos de 10 minutos andando. Comentar que el Palacio, donde reside el Emperador, no se puede visitar, y los jardines interiores tampoco.

Sí que te dejan ver los jardines exteriores, atravesando el foso y la muralla exterior.
Somos ya casi unos expertos en jardines japoneses, pero aún así, merecía la pena acercarse a contemplar como se puede uno aislar del ruido y la vorágine comercial, escuchando el murmullo del agua...

Y con esta visita, hemos puesto fin a nuestra aventura de este año. Quedaba por delante un largo viaje de regreso, que los amigos de la Turkish han endulzado un poco, asignándonos asientos de business en el vuelo de Estambul a Bilbao, no sabemos si porque les llevamos 'acosando' desde que nos cancelaron el vuelo de ida o por otra razón. El hecho es que tras las 11 horas de vuelo desde Tokyo y la espera en el aeropuerto de Estambul, nos ha sentado de maravilla.

En unos días, publicaremos una última entrada al blog a modo de resumen, donde intentaremos recopilar las mejores experiencias, anécdotas y recomendaciones del viaje, para que le sirvan a todo aquél que esté pensando en Japón como destino vacacional.
Gracias a todos por vuestros comentarios y por seguir un año más nuestros pasos por el mundo.
Sayonara Japón !

viernes, 26 de junio de 2015

Día #15: Tokyo (Shinjuku)

Hoy viernes nos hemos levantado con una calma inusual en nosotros, sobre todo en Roberto que siempre está metiendo prisa (que si hay que salir ya, que hay que llegar a tal hora para ver esto o lo otro...)
Hemos empezado dando un paseo a través del barrio de Roppongi, en esta ocasión de día y con tiempo seco. La idea era acercarse a Shinjuku, cuyo centro lo marca la estación de tren y metro, la más transitada dicen del mundo.
Shinjuku muestra dos caras bien distintas según se encuentre uno a un lado o al otro de la estación. Primero nos hemos acercado a la parte Este, en donde destacan la zona de Kabuchiko, un barrio rojo donde de día apenas se ve actividad, más allá de algún cartel con fotos de chicas, y mucho neón indicando los clubes de la zona. Nos imaginamos que de noche tiene que ser otra historia. Lo que si abundan son las tiendas, sitios donde comer, etc. Además, toda una oferta de ocio complementa el ambiente de estas calles.

Según nos íbamos acercando a la otra parte, la Oeste, grandes centros comerciales, competían con los rascacielos de grandes empresas y edificios gubernamentales. El cielo gris amenazaba y anunciaba el chaparrón que estaba a punto de empezar a caer.

Justo al lado de las vías del tren, un callejón de los que no invitan a entrar, pero que a Roberto siempre le gusta entrar y cotillear. Nos ha descubierto un montón de izakayas o tabernas japonesas, de las que llevábamos con ganas de probar desde hace días. Vaya descubrimiento.
En algunas ponen pintxitos de carne y pescado, en otros soba, ramen, udon o toda clase de fideos. Hemos optado por una donde cocinaban esto último. Espectacular, sobre todo el cuenco con el caldo de pollo y el udon. 

Como podéis ver, hemos tenido que echar mano del paraguas, porque ha empezado a llover, no mucho, pero lo justo para fastidiar. Y es que no ha parado en toda la tarde, llegando a caer con fuerza en algunos momentos. Pero esto no ha sido obstáculo para seguir adelante. Tras un cafecito reparador y complemento a la comida, queríamos ver Tokyo desde las alturas (aunque nuestra azotea ya nos regala unas vistas espectaculares de la ciudad). Concretamente hemos subido a uno de los observatorios del edificio del Ayuntamiento, que de manera gratuita te permite subir a la planta 45 de la torre que tu elijas de las dos que componen este edificio, llamado Tocho.
Las vistas, con la tormenta en un momento álgido, eran algo borrosas, pero aún así merecían la pena.
Si nos hubiera salido un día tan despejado como el de ayer, seguro que hubiéramos podido ver hasta el Fuji. Esto es lo más cerca que lo vamos a ver, el panel que te indica a dónde mirar desde el observatorio!

Ya en la calle, los rascacielos se imponían ante nosotros y no como hacía unos minutos, cuando los mirábamos por encima del hombro.

Un paseo bajo la lluvia desde Shinjuku para ir de nuevo a Harajuku, a recorrer Takeshita Dori, esa calle que vimos hace unos días, pero que Susana tenía ganas de repetir. Los pies empezaban a estar ya bastante calados, y es que cada vez llovía con más fuerza. Hemos estado entrando en varias tiendas y centros comerciales, para tratar de entender esto de la moda japonesa, que no acaba de encajar con nuestros gustos. Además, nos servia para resguardarnos de la incesante lluvia.

Y como el panorama no cambiaba, hemos optado por coger el tren y volver al alojamiento, no sin antes parar a cenar en una taberna por la que pasamos casi todos los días a la salida de la estación y que siempre está repleta de gente, todos japoneses con su cerveza y sus pintxitos.
Ha sido muy gracioso, porque cuando le hemos pedido (en japonés) a una de las señoras que atendía unos morunos de carne, nos dice, señalando el corazón y el hígado, que allí sólo se cocinan esas partes del cerdo!

Hemos dudado, y ha sido en ese momento cuando un grupo de nipones que estaban allí comiendo y bebiendo nos han empezado a hablar, recomendándonos que pedir, nos han dado a probar algunos de sus platos, hasta un vasito de sake... Vaya risas que nos hemos echado. Todos con el traductor en el móvil, buscando las palabras para podernos entender. Entre tanto, hemos pedido dos brochetas de corazón acompañadas de una cerveza. No ha sido lo mejor que hemos probado en este viaje. Estaba bueno y para nada era algo que nos echara para atrás. 
Este es el selfie con nuestra cuadrilla japonesa!

Una buena manera de terminar el día. Mañana esto se acaba. El avión no sale hasta las 22:30, por lo que aún tendremos tiempo de seguir explorando esta frenética ciudad. Eso sí, tendréis que esperar unos días, antes de poder leer la entrada correspondiente en el blog.