Hoy nos disponemos a hacer un recorrido por algunos de los barrios del norte de la ciudad. Así que, hemos cogido el metro y para allá que nos hemos ido. Esto del transporte es muy cómodo. Caro, pero cómodo. Además, no nos ha parecido complicado saber cómo movernos por la ciudad. Será la experiencia que llevamos acumulada en estos años viajeros... Por cierto, ¿sabíais que tanto en el metro como en los trenes está prohibido hablar por el móvil, y que te obligan a silenciarlo? En todos estos días no hemos oído ni una sola conversación, ni tan siquiera un ring de nadie... vaya tranquilidad que se respira en los vagones. Pero ya no es solo el tema de los móviles, sino que la gente habla muuuuy bajito.
Bueno, vamos al lío. Nos hemos bajado en la parada que da nombre al barrio de Asakusa. Aquí se encuentra uno de los principales reclamos de Tokyo, el templo de Senso-Ji.
Pero antes de atravesar el torii, un vistazo a la ribera del río Sumida, para deleitarnos con las vistas. Al otro lado, la Flamme D'Or de Phillipe Stark (el mismo diseñador de las columnas de La Alhóndiga en Bilbao, ahora Azkuna Zentroa). Está colocado sobre la sede de la empresa japonesa de cervezas Asahi. Curioso su aspecto.
Justo detrás, el edificio más alto de Japón, el Sky Tree, y que con sus observatorios esta desbancando a nuestra vecina Tokyo Tower como mirador.
Destacar también, que desde esta zona se puede uno embarcar en estos barquitos futuristas (diseñados por un conocido dibujante de manga y anime) y recorrer el curso del río hasta la isla de Odaiba. Contrasta con otros barcos que hemos visto.
Un corto paseo bajo el sol, hasta llegar a la entrada al templo, abarrotado de gente. Como siempre, desde la puerta de entrada, en la que un enorme farolillo rojo nos da la bienvenida, atravesamos una calle llena de puestos de souvenirs y dulces (no os podéis imaginar la cantidad de tiendas de dulces que hay en este país. Todas llenas, con gente comprando cajas de todo tipo para consumir o regalar. Es una de las cosas que nos está llamando mucho la atención en este viaje). La calle en cuestión se llama Nakamise Dori.
Primer patio, y de fondo la segunda puerta, con otro farolillo. Gente por todos lados. A un lado una bonita pagoda de 5 pisos.
Antes de seguir adelante, además del agua y del incienso para purificarse y entrar limpio al templo, también se puede ver la suerte que nos depara el destino según el omikuji y, si no es buena, dejarla atada a una cuerda o a un pino.
Y por fin. El salón principal del templo.
Una pena no poder visitar unos jardines de otro templo, el Denbo-In, por estar en obras, ya que los destacan en todas las guías y blogs.
La verdad es que entre la gente y el calor, nos hemos sentido aliviados en cuanto, tras andar no más de 200 metros nos hemos alejado de esta zona. Una calle en la que los edificios antiguos aún se mantienen pie, ya que en esta zona los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial pasaron de largo.
Las calles estaban ahora sin un turista, engalanadas para no sabemos qué festival. Vaya cambio en apenas 5 minutos.
Girando en un cruce, de repente nos hemos metido de lleno en una zona donde la temática de las tiendas estaba relacionada con la cocina: desde utensilios de madera, vajillas, cerámica... Se trata de Kappabashi Dogukai.
Por fin hemos llegado al Parque Ueno, famoso por sus más de 1000 cerezos,mdonde nos esperaba el Museo Nacional de Japón.
Su catálogo es tan amplio, que cada cierto tiempo cambian las piezas de la exposición que recoge las obras maestras del museo, en la galería Honkan. Eso si, el recorrido te permite conocer la historia de Japón, en orden cronológico, las diferentes expresiones artísticas de los shogunatos, los emperadores, los señores feudales, los samurais, las gueisas... Suficiente para hacerte una idea. No hemos necesitado más.
A la salida del museo, hemos preferido dejar la visita al propio parque en el que se asienta (se podría decir que en Ueno está centralizada la mayor oferta cultural de la ciudad, con unos 5 museos, un zoo, una universidad...)
Saliendo por la esquina noroeste, hemos atravesado el cementerio de Yanaka para llegar a una de las zonas con más encanto que hemos visto hasta ahora.
¿Pero, es posible que sigamos estando en Tokyo? Casas bajas de madera, tiendas de barrio, templos a derecha e izquierda, calles peatonales donde la bicicleta se apodera del asfalto, escasez de 'blanquitos'... Qué gozada de lugar ! Yanaka es una zona que apenas es mencionada en las guías, y que poca gente visita. Después de lo que hemos visto hoy, la recomendamos sin lugar a dudas.
Además de comer en un puesto callejero, una tempura que estaba muy rica, nos hemos tomado el ya clásico helado de té verde.
Desde aquí, vuelta al Parque Ueno, para ver el estanque Shinibazu, repleto de nenúfares, de un tamaño espectacular. No nos lo imaginábamos así, la verdad.
Siguiente hito en esta jornada, pasear por Ameyoko, una calle bajo las vías del tren, con muchos sitios donde comprar de todo. No nos ha gustado mucho, así que hemos seguido nuestro camino hasta Akihabara, el barrio de la electrónica y el manga. Los neones empezaban a encenderse, y las tiendas de manga, videojuegos, electrónica iban haciendo su aparición.
No tenemos ni idea de cómics, manga, anime y demás historias. Aún así, no hemos perdido la oportunidad de entrar y fisgar todo y más! Incluso hemos hecho alguna friki-compra de recuerdo... En futuras entradas del blog, os presentaremos a nuestra adquisición, je,je,je.
Muy cansados por la paliza de día y el calor, hemos cogido el metro y vuelta a casa.
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