domingo, 14 de junio de 2015

Día #3: Kyoto

Hoy nos hemos rendido al transporte público de Kyoto, y lo primero que hemos hecho ha sido comprar el All Day Pass para viajar 'de gratis' en los buses durante todo el día. Y la verdad es que lo hemos exprimido al máximo. Los que nos conocéis ya sabéis que somos muy andarines y que no nos importa ir a pie, de hecho lo preferimos, pero las distancias no perdonan, y hay que ir guardando fuerzas para los días que faltan.

Si ayer visitamos el Templo del Pabellón plateado, hoy le ha tocado el turno al del pabellón dorado... y éste sí que tenía color. Lo que no tenía color es la cantidad de gente que había, en un 99% japoneses, y es que hoy era domingo y lo hemos notado. Lo que más nos sorprende es la cantidad de estudiantes que estamos viendo, no sabemos si será una especie de viaje de estudios o qué.
En fin, que aún así hemos disfrutado mucho del pabellón reflejado en el estanque, al pie de las montañas, con una vegetación frondosa que tiene que ser una pasada en época de floración e incluso con todo el entorno nevado. Kinkakuji es como se llama. Patrimonio de la Humanidad y un imprescindible en esta ciudad.

Desde aquí, hemos andado un rato, por aquello de estirar las piernas, hasta el siguiente y último templo de la jornada (ya os adelantábamos ayer que íbamos a tomarnos la cosa con calma, sobre todo en el tema de los templos, para no saturarnos desde el principio). El Ryoanji se caracteriza principalmente por su jardín zen de rocas. Diferente al que vimos ayer, en este caso destacan sus 15 rocas colocadas sobre una superficie de piedrecitas rastrilladas a conciencia, donde nada está colocado al azar. Lo que no está nada claro es el significado de esta obra, ¿acaso alguien ve un tigre en estas fotos?
Los alrededores del templo no tenían desperdicio, con su estanque central y su cuidada vegetación.

Vuelta al autobús para llegar a Arashiyama, una zona que nos ha sorprendido por estar a tope de nipones haciendo turismo, pasando el domingo o lo que fuera. Hemos aprovechado el buen tiempo para comer una tempura variada sentados frente al río, mientras la gente alquilaba barquitas, hacía senderismo o simplemente paseaba por la zona.
Observar sin parar, no mirar, sino observar... ver los hábitos de la gente, sus costumbres, sus gestos... ayuda mucho a conocer cómo es un pueblo, sus gentes y culturas. En este caso, llevado al tema puramente gastronómico, Roberto no se ha podido controlar (ja!) y ha sucumbido a la tentación de pedirse un helado de té verde, que por cierto estaba muy rico.

Aunque lo que de verdad nos ha traído hasta aquí es el sendero del bambú, que no nos ha defraudado, sobre todo a Susana, tan amante de la naturaleza en todas sus expresiones. No más de 1 km repleto de varias especies de bambú que llegaban hasta los 20 metros de altura. Muy chulo.

De vuelta al bus con la intención de visitar el castillo de Kyoto... pero no ha podido ser. A las 16 horas ya habían cerrado, y es que hay que andar con ojo con el tema de los horarios, de ahí que estemos madrugando un montón.
Plan alternativo, que de alternativo no tenía nada, puesto que es una de las visitas que sí o sí íbamos a hacer. Se trata del templo de Fushimi Inari. ¿Pero no habíais dicho que ya no había más templos por hoy? Es cierto, y es que la razón de acercarse hasta este santuario sintoísta no es el pabellón principal del templo, sino uno de los mayores espectáculos de puertas torii que hayamos podido imaginar. 
Más de 32.000 toriis se agrupan colina arriba, bifurcándose entre las laderas de la montaña, cambiando de tamaño, cambiando de color según el atardecer se nos echaba encima, ofreciéndonos unas instantáneas maravillosas... en resumen, uno de los mejores momentos del viaje, sin lugar a dudas.

Poner el punto a final a la jornada con esta visita ha sido lo mejor que hemos podido hacer. Estamos muy cansados, a pesar del autobús y de que solo llevamos poco más de dos jornadas en Japón. Así que nos hemos ido de vuelta al hotelito para retomar fuerzas de cara a la visita que mañana haremos a la primera capital del país nipón. A por los bambis !

6 comentarios:

  1. Roberto!!! Ya tienes sonrisa nipona...jejejeje

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  2. munudo bilbaínos por el mundo que estáis haciendo!!....es casi como si estuviésemos un poco por ahí con vosotros....seguir disfrutando!!!...y contándolo, claro!!!

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  3. Chicos, impresionante el bosque de bambús y toooodo lo demás . Me falta alguna fotito de la gastronomía local, para babear un poco más.
    P.D. el perrito de la llave , que guarda ?.
    Un besito

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    Respuestas
    1. Los zorros de Inari son como los guardianes o mensajeros del Dios Inari. La gente les coloca unos baberos rojos y suelen llevar bajo sus fauces un objeto simbólico como una llave, un pergamino, una joya... Son como el ángel de la guarda.

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  5. Nos alegramos que lo esteis pasando bien.Se nota en la cara de felicidad que mostráis en las fotos, "que son extraordinarias". Abrazos.

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