jueves, 18 de junio de 2015

Día #6: Miyajima - Himeji - Alpes japoneses (Gero)

Nos hemos levantado sin prisas... repetimos, sin prisas... desayunado en el ryokan y disfrutado de un paseo hasta el templo sintoísta (el del torii) donde queríamos poder caminar sobre su entramado de madera sobre el agua, cual resort de Bora Bora (verdad Mila & Luis). El día soleado de nuevo (vaya suerte estamos teniendo estando en plena temporada de lluvias que tanta falta les hace a los japoneses para sus campos de arroz... lo sentimos por ellos pero...)
Las pasarelas se comunicaban unas con otras y, aunque la vista se nos iba hacia la puerta que parecía flotar sobre el Mar de Japón, el templo en sí mismo guardaba un encanto especial. 
Además, no había mucha gente. Y no decimos ruido, sino gente. Y es que aquí, nos estamos encontrando con una sociedad muy poco ruidosa, algo que nos maravilla. Seguiremos hablando de la gente, de su educación, de sus costumbres en otras entradas del blog, porque hay tantas cosas que deberíamos copiar... En fin, un último paseo, último vistazo al torii, y al ferry.

Hemos vuelto a Hiroshima, donde debíamos coger otro tren bala, en este caso el modelo Sakura. Esperando a que llegara, con puntualidad japonesa como siempre, han ido apareciendo otros modelos de tren que son una pasada.

El siguiente destino intermedio del día era el castillo de Himeji. No somos mucho de castillitos, pero poder ver uno de los mejores ejemplos de castillos feudales japoneses, que además no es una copia sino que está restaurado, merecía la pena. Desde Hiroshima, 1 hora de tren hasta esta localidad.
El castillo de la Garza blanca, como le llaman los japoneses, acaba de reabrir sus puertas hace apenas un mes, tras años de obras de restauración. De ahí, la cantidad de gente que había. Se trata de un castillo defensivo, por lo que, además de su ubicación y su estructura de madera de seis alturas destaca su interior con cantidad de detalles relacionados con la defensa del castillo ante una posible invasión. 

A la salida, nos hemos acercado a los jardines del castillo, aunque por falta de tiempo no hemos podido disfrutar como nos hubiera apetecido. Teníamos los billetes del tren para el siguiente trayecto en el bolsillo, y debíamos volver a la estación. Una pena. Aunque tenemos pensado ver uno de los mejores jardines de Japón en unos días, así que la pena ha sido menor.

A partir de aquí, comenzaba una parte del viaje que nos lleva a los denominados Alpes Japoneses. El trayecto en tren nos obligaba a hacer un transbordo en Nagoya a mitad de recorrido, pero no se ha hecho muy pesado. Otro tren bala, ahora el Hikari. Antes de entrar, hemos comprado un bento, que es una caja que venden preparada ya, con diferentes tipos de sushi. Hemos optado por el de anago (anguila) Buenísimo ! ...y de precio ya, ni hablamos.

El paisaje ha ido cambiando paulatinamente, dejando atrás las llanuras y las grandes ciudades y empezando a adentrarse entre montañas, ríos, valles.... todo muy verde. Mucha niebla en las alturas que poco a poco iba descendiendo a medida que la noche se echaba encima.

Hemos dormido en Gero, una población que se caracteriza por sus aguas termales. No es parada turística, salvo para los propios japoneses, por lo que la experiencia ha sido total. Empezando por el hotel, la habitación, el toto, el onsen... Esta es la entrada a nuestra habitación... de estilo japonés con el suelo de tatami (entramado de paja) más grande que la de ayer, con vistas a las montañas y al río.
Para los que os preguntáis cómo es el tema de los WC en Japón, sirva esta foto de ejemplo, que es el mando a distancia de los toto. Uno se sienta y el asiento está caliente. Hace sus cosas... y opta por el chorrito de agua que más le apetezca. Después, intenta descifrar que la última opción es (como en los túneles de lavado de coches) la de secado! Por último, tira de la cadena y la cisterna se carga a través de un grifo que hay en la parte posterior que te sirve para lavarte las manos, ahorrando así mucha agua. Estos japoneses piensan en todo.
Siguiente novedad, los onsen o baños japoneses. En los pasillos del hotel, la gente iba vestida con el 'batín' del hotel y las súper zapatillas, que luego hemos visto que teníamos a nuestra disposición en un armario de la habitación. Así que, aprovechando que el hotel-balneario disponía de un onsen, nos hemos vestido para la ocasión con los yukata y hemos bajado a los baños. Abstenernos de hacer comentarios, por favor.
El tema de los onsen es todo un ritual para esta gente. Forma parte de su cultura y está muy arraigado en sus constumbres. Para un occidental, es toda una experiencia, entrar en uno de de estos baños, hombres a un lado, mujeres al otro. Primero de todo, dejar todo en las taquillas de la entrada. Y cuando decimos todo es todo. A los baños se entra en pelotas, con una mini toalla en la mano. Después, nada de ir directamente a la pileta de agua a 40 grados. Antes, se debe uno limpiar a conciencia. Para ello hay una fila de taburetes contra la pared, donde uno se sienta, coge el jabón, el gel y se empieza a lavar, mojándose con una alcachofa de ducha que hay enfrente. Una vez lavado uno, sumergirse en el agua y a relajarse. En este onsen teníamos también lo que llaman rotemburo, es decir, una parte que estaba al aire libre, con rocas, y con el agua a la misma temperatura que en la la piscinita. Además, una zona con chorlitos tipo spa y una sauna. Nos hemos dado un tiempo, para coincidir a la salida, y los dos hemos coincidido que la experiencia onsen ha sido muy relajante...
















1 comentario:

  1. Hola chicos, muertita de envidia estoy, el castillo ,los jardines, los trencitos con su tentenpié ,el paisaje montañoso , el hotel con sus juguetitos ( espero que en petit comité nos relateis la experiencia con el WC ) y el onsen " buff" , que bien contado .
    Un besito

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